Hoy existe un altísimo consenso en la comunidad científica internacional de que el proceso de desestabilización del sistema climático global deriva de la acción humana, por lo que podemos actuar para evitar un impacto catastrófico.
La acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, causante del cambio en los patrones del clima que pone en jaque los ecosistemas de todo el planeta, ha alcanzado en 2016 el nivel más alto en 800 mil años, según la Organización Meteorológica Mundial.
En este sentido, enfrentar este desafío implica altas exigencias a nivel internacional en materia de cooperación, en relación con el carácter de la atmósfera como bien común global; y demanda, a escala nacional, urgentes y profundos cambios culturales y económicos.
La necesidad de descarbonizar la economía global en poco más de dos décadas requiere el fortalecimiento de las estructuras de gobernanza internacional, el compromiso activo de los estados nacionales en materia de políticas climáticas certeras y eficientes y la concientización y movilización de una ciudadanía demandante.
Energías renovables
El sector energético es uno de los mayores responsables de la emisión de gases de efecto invernadero. Cambiar radicalmente la matriz energética es un imperativo para cumplir con los objetivos climáticos recomendados por la ciencia y acordados por la comunidad internacional en el Acuerdo de París.
Abandonar los combustibles fósiles e incorporar de manera acelerada fuentes de generación de energía limpia y renovable debe ser el objetivo a mediano plazo de la economía global.
Eficiencia energética
Para alcanzar los objetivos climáticos (mantenernos debajo de los 2 grados centígrados de aumento de la temperatura promedio global) recomendados por la ciencia y acordados por la comunidad internacional en el Acuerdo de París, incorporar fuentes de generación de energía renovable no alcanza. Es necesario ser más eficientes en la forma en que generamos, distribuimos y consumimos la energía.
La eficiencia energética no sólo significa un ahorro en las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también implica un ahorro económico para los estados, las industrias, los comercios y los hogares.
Movilidad sostenible
De acuerdo a datos de ONU Ambiente, más de un cuarto de todas las emisiones relacionadas con el sector de la energía a nivel mundial son causadas por el transporte de bienes y personas. El transporte es también la fuente de emisiones con mayor crecimiento, con un incremento del 70 por ciento proyectado para el año 2050.
Reducir las emisiones del sector energía implica el desafío de diseñar y ejecutar políticas públicas tendientes a introducir cambios tecnológicos y hábitos culturales que promuevan la movilidad sostenible.
Negociaciones climáticas internacionales
Ante el fenómeno del cambio climático, la comunidad internacional ha generado estructuras de gobernanza global como la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático – surgida de la Cumbre de la Tierra del año 1992- el Protocolo de Kioto, firmado en 1997 y el Acuerdo de París, firmado en el año 2015.
Sin embargo, al día de hoy los países no han podido aunar esfuerzos en disminuir significativamente sus emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo si tenemos en cuenta las dimensiones del desafío.
Si bien el Acuerdo de París ha significado una nueva esperanza para la humanidad, los gobiernos de todos los países deben aumentar la ambición de sus acciones para reducir las emisiones de para poder respetar los límites planteados por la ciencia para evitar un cambio climático fuera de control.
Política climática local
La Argentina carece, desde la ratificación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (1994), de una política climática sostenida en el tiempo y coherente en materia de mitigación y adaptación.
Si bien el país no se encuentra entre los mayores emisores a nivel global, sus emisiones per cápita siguen siendo elevadas. A esto se suma que Argentina está entre los países más vulnerables al cambio climático debido a que buena parte de su economía es sensible a sus consecuencias.
Pero, ni los gobiernos que se han sucedido ni la clase política en general son sensibles al problema del cambio climático. Más volcados al corto plazo y a resultados tangibles en lo inmediato, un fenómeno de estas características aún no ha sido incorporado en la agenda política local.