Los océanos son ecosistemas de gran importancia para el ciclo del agua, la regulación del clima y la absorción de dióxido de carbono. Representan más del 70 por ciento de la superficie total del planeta y contienen una enorme variedad de especies. Son, además, fuente de alimento para los seres humanos.
Los mares y océanos alrededor del mundo se enfrentan a amenazas ciertas, debido a la actividad directa e indirecta del hombre. Tal es el caso de la pesca ilegal, la sobrepesca, el uso de técnicas de pesca destructivas, la contaminación, la minería, el turismo y la acidificación que están poniendo en riegos sus cualidades y los servicios que ofrecen.
Pesca ilegal no regulada y no reglamentada
La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR) engloba una gran variedad de actividades pesqueras que ocurre tanto en alta mar como en zonas bajo jurisdicción nacional.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO):
Es ilegal porque es realizada por buques nacionales o extranjeros en aguas bajo la jurisdicción de un Estado, sin el permiso de éste o contraviniendo su legislación o violando obligaciones internacionales; o es realizada contraviniendo las medidas de conservación y ordenación adoptadas por alguna organización regional de ordenación pesquera.
Es no declarada porque que la captura no ha sido declarada, o ha sido declarada de modo inexacto, a la autoridad nacional competente, en contravención de la legislación nacional; o es llevada a cabo en la zona de competencia de una organización regional de ordenación pesquera competente, que no ha sido declarada o ha sido declarada de modo inexacto, en contravención de los procedimientos de declaración de dicha organización.
Es no reglamentada porque se lleva adelante en la zona de aplicación de una organización regional de ordenación pesquera competente por buques sin nacionalidad, o que enarbolan el pabellón de un Estado que no es parte de esa organización, o por una entidad pesquera, de una manera que no está en consonancia con las medidas de conservación y ordenación de dicha organización, o que las contraviene o es realizada en zonas o en relación con poblaciones de peces respecto de las cuales no existen medidas aplicables de conservación u ordenación y en las que estas actividades pesqueras se llevan a cabo de una manera que no está en consonancia con las responsabilidades que incumben al Estado con respecto a la conservación de los recursos marinos vivos en virtud del derecho internacional.
En los últimos años, el problema de la pesca INDNR en el Atlántico Sudoccidental se ha vuelto más evidente. Durante la temporada alta, las embarcaciones no reguladas que operan en el borde exterior de la zona económica exclusiva (ZEE) argentina suman más de 500, muchas de las cuales ingresan para la pesca ilegal, generando daño ambiental y pérdidas para el país.
Trazabilidad de la pesca y la acuicultura
Los sistemas de trazabilidad de la pesca y la acuicultura están tomando cada vez más relevancia a nivel global, impulsados mayormente por las regulaciones que algunas naciones ya están implementando para evitar que productos provenientes de prácticas ilegales, ambientalmente no sostenibles, que involucren precariedad laboral, y/o generen competencia desigual, ingresen a sus mercados.
Los sistemas de trazabilidad permiten dar información segura para los consumidores, al mismo tiempo que la veracidad y confiabilidad de la información brindada asegura el aprovechamiento de los recursos pesqueros en condiciones económicas, sociales y ambientales sostenibles. Además, son una herramienta clave para combatir la pesca INDNR, ya
Al mismo tiempo, los sistemas de trazabilidad permiten generar un valor agregado a la industria que brinda información desde la instancia de la captura hasta la mesa del consumidor, garantizando un mejor posicionamiento en los mercados. Que la pesca nacional cuente con altos estándares de trazabilidad será un factor determinante para competir en los mercados internacionales contra la pesca furtiva.
Subsidios a la pesca
La sobrepesca, la captura de especies protegidas, la contaminación y la violación a los Derechos Humanos no son los únicos impactos que produce la pesca INDNR, también la pérdida de empleo y daño a las economías locales forman parte de la situación.
Debido a los subsidios económicos, a la mano de obra esclava, a la descarga en barcos nodriza o ‘reefers’ y en puertos sin controles ni trazabilidad, los costos de operación de estas flotas pesqueras son tan bajos que influyen artificialmente en los precios de mercado internacional, afectando seriamente el empleo y la economía de los países que cumplen con regulaciones y controles.
La solución a la catástrofe ambiental del Atlántico Sur no pasa por una sola medida, sino por un conjunto de iniciativas que corten las líneas de abastecimiento, los subsidios y el apoyo que mantiene a esta flota, así como la constante exposición y denuncia de los estados que sostienen el pillaje marino. En el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sigue negociándose un acuerdo global que ponga fin a los subsidios a la pesca destructiva e INDNR. Más de veinte años no han sido suficientes para que los estados consideren que subsidiar la sobre capacidad pesquera y la pesca ilegal no es buen negocio para nuestros océanos. La propia Organización de Naciones Unidas (ONU), a través de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), ordenó al organismo comercial que, para 2020, llegue a un acuerdo de prohibición.